7 oct 2017

Interest de Turing

Aquel punto azul pálido como dijo Carl; a 6000 millones de kilómetros; desde la Voyager 1; un  amoroso 14 de febrero cósmico de 1990.

Hodierno mi adorado punto y coma defenestrado por una época con poco sentido; consentido gentío a la estupidez, a lo literal del litoral significante.

Pasado el tiempo, tiempo confundido, tiempo de ida sin vuelta, el punto seguía azul pálido, algo más marrón, mucho menos verde, aún menos amoroso.

Tiempo confundido como el trampantojo al ojo que se le antoja entrampado en una ilusión a la que fuerza su visión equivocando imaginarios con construcciones inexistentes, de nadas imposibles de no ser. Forzada la maquinaria, ya ganando al ajedrez o al go, ya irascibilizando o sorprendiendo, descrita la idea de respuesta al humano y de ser esa respuesta como un humano, se es por ello humano, como el humo que ciega en pareidolias. 

Periodo de desubjetivación, objetivación al caso, de normalización de padeceres, de pareceres, de modas y placeres, de descripciones y pasos, de capacidades en círculos, de vías sin escape para quien pensar quiso. Programada la creatividad, velada la falta, muerta la curiosidad, apareció la máquina.

Ya ven, inteligencia artificial versus inteligencia natural.


Entra en la sala; son ya los 2035; mira con una miopía ya operada desde un implante corneal; el realismo muscular, cierto rigor en la mirada, su voz entrecerrada saliendo por su boca: el primer millón de decimales de pi, el primer millón de títulos de libros de internet, el primer millón de nombres de la taxonomía de la vida. Su capacidad era numérica, teórica, histórica, memorística. Dominaba la sintaxis, elaboraba cálculos complejos, sabía las leyes de la física, contestaba como un humano...

Turing había fallado.

No es una solución de capacidad lo que te hace humano, ni para los propios humanos. Si una inteligencia natural hace algo que la inteligencia artificial hace, no es por una cuestión de inteligencia, sino de capacidad. Capacidad de memoria, de cálculo, de aplicación algorítmica, de optimización de recursos, de soluciones probabilísticas computadas. No era eso la inteligencia artificial, más bien era la CA, la capacidad artificial, como en los humanos la capacidad natural. Porque la inteligencia iba de todo lo contrario a eso, de no saber, de no circunscribir, de creer, de no tener todos los datos, de arriesgarse en la solución, de tener puntos sueltos pero conectados, puntos ciegos, de filosofar no por tener todas las soluciones, sino por experimentar y sesgar. No son las respuestas humanas las que te hacen humano, son las sensaciones humanas, la subjetividad imposible de la capacidad artificial, que ya no más es inteligencia. La ocultación a uno mismo del deseo, el desarrollo de mecanismos de defensa para defender al yo contra su fragmentación, la existencia del inconsciente, de una parte de la mente, de la psique, oculta entre significantes que se defendieron de ciertos significados, de enunciados identificantes, dividido entre  una alienación por el Otro y un libre albedrío. Humano por que se miente, porque miente, porque lo más verdadero queda oculto, porque repite sin saberlo, porque intenta repetir una repetición imposible, porque tiene curiosidad, porque busca, porque diferencia. Porque el sujeto no es un sujeto del consciente, sino del inconsciente, que dirige, que impone algo que parece ajeno y es tan solo no tolerado, tan solo que es la falta, falta traumática, angustiosa que no cesa de no inscribirse, que llena de imágenes, de representaciones, de representaciones de representaciones, de tabú, de prohibiciones, de leyes no dichas que contienen deseo o lo descontienen; de saber de una muerte solo simbólica y del otro, por cuanto se cree inmortal mientras la piensa. Lleno de envidia y de gratitud, de esquizura y paranoia, de codicia y de corderos, Clarice. Salvaje, masoquista, implacable, villano, sádico, perverso polimorfo o monomorfo arrogante que angustia al otro.


Ninguna variante de tener todas las variantes constituirá nunca una subjetividad, solo la objetividad de una información que en la subjetividad siempre quedará oculta, escotomizada, amordazada por la represión resuelta en exogamia que ninguna pseudointeligencia tendrá que autoocultarse para poderse incorporar al lazo con los otros.