23 feb 2015

3

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Él había encontrado el origen vibratorio y, por tanto, existente e informacional. Ella, jamás entró en ese camino. Era un tres, pero solo en la fachada, en la mascarada, en la impostura, en la superficie energética de la cifra. No había un interior que sujetarse más que un lamentable sinsentido, un penoso conflicto donde el arquetipo de su guarismo pudiera generar la energía suficiente para trascender a la vibración deteriorada, freno de la expansión armónica dimensional del existir.

19 feb 2015

+22

+22

Como siempre, la abstracción numérica, su anticipación gaussiana a la realidad, sonaba a antropomorfismo, mito, leyenda. Cada número vibrante se encontraba con la paradoja dentro de sí. Polarizada su adjetivación, marcada su ambivalencia, constreñida la complementariedad con el antagonismo, la característica del número, arquetípica, paradigmática, esperaba un posicionamiento hacia una y otra forma del continuum.

Mi 22, siempre en prácticas, ya había pasado por el descubrimiento de la vibración agónica de seres queridos. El desarrollo de mis coordenadas dentro del universo, estaba fomentado por la oposición más visceral contra estos agónicos, destructivos y autodestructivos personajes. Máscaras risueñas ocultantes de tormentos, de vacíos, de perversidades siempre hostiles, desintegrantes. Mi centro de vibración armónica, constructora, reparadora, honesta y generosa, fue siempre su objetivo a dañar, a derribar, aniquilar.

"No pude ser humilde con mis palabras, pero les di validez con mis hechos".
Cosmógenes de Láctea


18 feb 2015

22

22

Seguí el pasillo más críptico de la biblioteca. Era el ala numérica. Mientras caminaba, sentía que ese era mi sendero de vida. Los números allí organizados, eran la coherencia organizacional, fundacional, de lo existe. Mientras el valor era absoluto, el marco de referencia para valorar era cambiante. Las relaciones numéricas que inauguraban la existencia, partían de poder mantener la característica más allá de lo absoluto, siendo un devenir arbitrario del marco referencia.

Pasé por el cero que lo era todo; el uno, individual y brillante: el dos genitivo; el tres social y edípico; el cuatro hacedor; el cinco de la libertad y la acción; el seis amoroso y consensual; el siete intelectual; el poder y abundancia del ocho; el nueve persistente y generoso, espiritual y global. Pasé por todos esos senderos como si ya los hubiese andado. Los números continuaron apareciendo. Entonces noté un estado atractor, fractalicio. El 11, 33, y de repente... un esquivo 22. Desordenado, él me había alcanzado. Era mi número, número maestro, lleno de trabas y dificultades, pruebas casi Kármicas para acceder a tan maravillosa vibración. Número de cambio global, de metamorfosis, hacedor de lo hecho para ren-hacerlo, ren-acerlo, recién-hacerlo.