15 abr 2014

Tiento de falsas

Tiento de falsas

Desde que la copiadora de la vida inventó el sexo como mecanismo de producción y reproducción, tuvo que apañárselas para poder juntar las dos variedades necesarias. En esa tarea nada fácil, asoció cierta química a esa necesaria unión. Una química ligada a un comportamiento y situación. Pero para esta yuxtaposición o intervención, como se quiera decir, era necesaria la presentación interior de eso a lo que se tendía; era necesaria, por tanto, una representación.

Cualquier ser vivo que obtenga una presencia interna de lo externo, experimenta la capacidad de representación rudimentaria. Es por tanto, lo simbólico, consustancial al fenómeno biológico y especialmente al sexual.



14 abr 2014

Contrapunto libre

Contrapunto libre

Bombardeados por la cultura de la libertad, de lo inmediato y lo feliz, todo era ya una obligación.
Ella, que había cerrado su corazón mientras abría las piernas, pensaba que, en lo fugaz y masturbatorio del sexo que realizaba, no había entrega, solo oferta. Ir y venir, libertades obligadas, obligadas felicidades que llevan a la desdicha, mujeres sin guía ni instrucciones, en busca de vaqueros del oeste. Después de pedirle al hombre que se descafeinara, que se igualara, ahora vuelven a buscar un príncipe rojo, para, de nuevo, pedirle que sea azul. Cada relación es un encuentro con el objeto sexual, movimiento entre parejas, traslación, búsqueda infinita de una perfección imposible acorde con la definición de deseo. Todos habían olvidado que, en el amor, la persona amada se convierte en ideal sexual, en una metamorfosis del ser, en puro cambio.

Malos tiempos para el hombre, peores para la mujer.



Acúfeno

Acúfeno

Ella deseaba que hablase. Él, perdido en la escopia, que solo sabía de palabras en la ausencia, se veía llevado a lo artificial, teatral, fingido, ... lo obligatorio. Y ¿por qué ese su deseo? Porque en lo mortal del goce, de la duda de ser mujer, incapaz de ponerle palabras al deseo, ella creía que él tenía la llave en sus significantes, para poder separar ese sufrimiento. De ahí la necesidad de un hombre que mencione y designe ser mujer. Pero él, ahora, solo mira; mira sin nombrar lo que le resulta inombrable para su deseo.