22 oct 2014

Nueva Agógica

Nueva Agógica


Peripateticareaba por el pasillo de termodinámica. Era el sitio más frío de la biblioteca. De los millones de millones de millones de millones de volúmenes, mientras deambulaba, a cada paso, desaparecía una sección. Volúmenes sin volúmen ni masa. El cosmos había encontrado en ese punto la antítesis del Big Bang. Era el punto cero del universo. Ni siquiera los agujeros negros eran como esto. Ellos comían casidetodo, pero existían. Esto era distinto. Este era un punto de extinción masiva de movimiento1, desaparecía el calor y por tanto, las dimensiones. Era la contra, la viceversa de donde surgió el movimiento, el espaciotiempo, que no era otra cosa que el calor.


1. El principio de inercia -simplemente funcionaba como mantenedor de la constancia de dimensión mediante el calor que abría el espaciotiempo, de tal manera que la tendencia de todo, fuese la posibilidad de existencia- desaparecía en las postrimerías de este horizonte de no sucesos.



20 oct 2014

Agógica

Agógica


Pensado, casi tocado. En su recorrido a la contra, en viceversa, saliendo despedido del espejo, atravesado por el sentido de la dimensión, elucubra caloríficamente, calóricamente. El calor no era una energía -como bien pensaba-; era la expresión física del espacio tiempo, la expresión tangible, medible, causable y causada por el movimiento. El calor estaba provocado por las dimensiones, como si fuese su gran emergente. Lo paradógico era que no había dimensiones sin calor. Era como un Dios creado por las dimensiones y que simultáneamente, su existencia generaba las dimensiones. Era la igualdad de la energía primaria con la dimensionabilidad: sin movimiento no había calor y sin calor, no había movimiento.

Este era su cero absoluto mental, el nirvana de lo vivo.