20 oct 2014

Agógica

Agógica


Pensado, casi tocado. En su recorrido a la contra, en viceversa, saliendo despedido del espejo, atravesado por el sentido de la dimensión, elucubra caloríficamente, calóricamente. El calor no era una energía -como bien pensaba-; era la expresión física del espacio tiempo, la expresión tangible, medible, causable y causada por el movimiento. El calor estaba provocado por las dimensiones, como si fuese su gran emergente. Lo paradógico era que no había dimensiones sin calor. Era como un Dios creado por las dimensiones y que simultáneamente, su existencia generaba las dimensiones. Era la igualdad de la energía primaria con la dimensionabilidad: sin movimiento no había calor y sin calor, no había movimiento.

Este era su cero absoluto mental, el nirvana de lo vivo.



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