Tu espalda termina con la forma con que la luna luce ahora.
Color carne entre la humedad de las nubes de una niebla ya dispersa. Formas crecientes y decrecientes de tu anatomía; cóncavas y convexas como si fueras astronomía; con sus objetos identicados y sus objetivos por identificar. Haz de rayos cósmicos, entre la comicidad de una seducción ya consumada.
Tu espalda empieza con la forma en la que comienzan los S-ueños.
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