20 may 2015

Recitativo

Tahalis abría la sección secreta de la biblioteca de Antares por la significación de su vibración.
En uno de los volúmenes de Cosmógenes de Láctea, este había inferido, invertido, injerido, ingerido o como quiera expresarse, parte del funcionamiento cifrado del universo. Cada número tenía su propia correspondencia con principios creativos de primer orden (cero, uno y dos). Estos mismos números, al ser autoreferenciales, entraban en vibración por su propia existencia, en una simbiosis paradójica entre la emergencia del  espaciotiempo (la vibración) y su resultante. Así surgían desde el cero y uno, el dos; tres, cuatro, cinco, seis, siete, ocho y nueve, configuraciones de segundo orden, once, veintidós, treinta y tres, cuarenta y cuatro, de tercer orden o maestros. Cada número aparecía en relación con su número básico y comportaba una característica cuantitativa con el modo de su frecuencia.

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