16 may 2015

Zarabanda

Años luz de distancia, Tahalis, empapada en la fuente iluminada por Antares, femenina en la máxima expresión que la evolución de la forma humana había podido dar, con su pelo negro y liso, su piel suave, blanca, la fuerza de quien posee un corazón grande, el encanto sutil de lo divino, su sucinta cintura, su silueta armoniosa, proporcionada y galante, su emocionalidad sin máscaras, sus senos preñados del brillo de la estrella, su rostro cálido y jovial, sus labios como los que el sol besa cuando besa al mar,... Toda ella abría el portón de la antecámara del sótano oculto de la biblioteca de Antares, con su vibración 11 de diosa, salto cuántico del dos genitivo del ser, su feliz bondad, su energía masiva de mujer persona y no objeto...
Quienes utilizaban a Ficare, habían caído en la perversión del poder, de controlar y someter, de literalizar la existencia de los otros. Existencia sometida a la contravibración, nivel inferior dentro de las leyes descritas por Cosmógenes de Láctea. Por eso, las bibliotecas contenían el secreto del sentido y la clave de la evolución para Ficare.

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