17 ago 2013

Femenino sin plural

Femenino sin plural


"...me llenas, me vacías, me desarmas" 
Rosana


¿Y si fuera una novela? 

Ya. Ya todo el mundo da por sabida las tramas, especialmente las románticas. Quizá si fuéramos adolescentes... O mantuviéramos ese espíritu pueril e ingenuo. Quién sabe. La dificultad de un encuentro, el meollo que es continuar, para después ¿qué?

Lo que está claro es: la gran diferencia. Digo "la gran diferencia", porque en un mundo bisexual, siento un cierto aburrimiento por la carencia de diferencias. Sin polémicas, pues nada más es una elección de objeto (como diría Segismundo).

Ellas acaparan gran parte de su energía para mostrarse pasivas. Esa constitucional receptividad, esa biología tan particular y fantasiosa, de tener un organo consistente en recibir otro algo exterior. Es impensable saber qué es que tu estructura, tu biología, sea el esperar un objeto extraño que te invada, que te llene y especialmente, que te vacíe. Curioso, como si vaciar fuera un algo, y claro que lo es, es deseo. Deseo del anhelo de lo lleno, de lo completo, aun cuando sea mentira que falte algo. No hay un más y un menos entre mujeres y hombres, no es que a la mujer le falte algo, tampoco nada. Es más bien la subjetividad de lo que se ve y no se ve. Fácil es, entonces, ver más en el otro y por tener algo distinto menos aparente, no tener.

Y así, ella, desengañada de relaciones -siempre vencida-, siempre vencía en el amor con su huida. 

Cada uno se posiciona a su manera. Si tu receptividad te convierte solo en un objeto, el amor será efímero. No habrá ni lucha ni constancia. Solo serás amado pero no amante. Sí, objeto porque es un dejar ser utilizado, y aun cuando forma parte de todos -de nuestra fantasía-, en algún momento tenemos que ser acción, esa virtualización que es ser persona y ver que hacemos con ese objeto propuesto.



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