16 jun 2018

El Mapa de la Oscuridad V

En la parte superior de la nueva puerta única aparecía  la inscripción Septimum et Quatour. A Valya le suena esta inscripción. De hecho recuerda que había leído algo parecido: primum et septimum de quatuor, pero aquí era diferente.

–Vamos a ver, Valya, esto está en latín y en eso que habías leído se presionaba sobre las letras –pensaba Valya– ¿pero cuáles?…

La puerta inició un proceso de fusión con el muro donde estaba colocada.

–Valya, si la puerta se transforma en muro, no podrás acceder al libro. Vamos, piensa.

Era curioso como el muro pasaba de opaco a transparente y otra vez a opaco. Primero hubo un primer movimiento de fusión y paró, pero ahora parecía imparable ese movimiento.

–Et es y… ¡la suma!

La puerta mutaba de manera silenciosa, pero había un olor que empezaba a ser insoportable.

–…lo que quizás significa que siete y cuatro son once.

El olor provenía de un gas de color gris, un derivado de la piedra en la que la puerta estaba siendo engullida.

–Pero como no hay manera de buscar un undecimus, entonces… No, no. No entiendo.

Una mota de este polvo gris cae sobre su piel notando un dolor como una punzada, como si fuese ácido.

–¡Ay!
Vamos, Valya, ¡rápido!

No únicamente el muro estaba acabando con la puerta, el sonido también era devorado y el silencio empezó a ser molesto. La temperatura ambiente descendía velozmente con cada suspiro gélido de Valya.

–Creo que ya sé. Será primum et primum pero pensado no en latín, sino en cifras posicionales indoarábigas. ¡Ya lo tengo!

Valya presionó sobre la S y la Q que correspondían a la primera letra de cada número; había quedado una puerta medio atrapada en el muro que se abría y el polvo gris había cambiado a un color arco iris flotando en libertad sobre un rayo de luz que venía del otro lado.

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