14 may 2013

Melólogo

Melólogo

El jabardillo galáctico, ese cúmulo de sustancias, de fragancias, de sabores. Nacer para esto. ¿Nacer? 

Gnasci, nasci.

Nacer, hacer, nacido, hechido o mejor, henchido. Todo depende de caricias, cantos, susurros, arrumacos. La algarabía de sentirnos deseados, sostenidos, amados. En esta invención de ser humano, atravesados por la palabra, en ella no fue así.

Desde el exterior solo vemos trampantojos psicológicos. En el interior, algo que da vueltas, que modificó, que dejó una huella borradamente imborrable. Algo existente sin estar. Quizás, entonces, ella estaría abierta. Las palabras no llegaron más que para emborronar lo que tenía. En el fragor de la naturaleza no hay nada que se cierre. Solo sucede cuando hablas o cuando lo que se habla no te habla. Así, tu autarquía, conocida solo en mi invención, me ignora.



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