Y elevó la ausencia al nivel de la perversidad. En su desasosiego cotidiano, su juego con el deseo, en su historia, demostraba sadismo privandole de ella.
Y así, se balanceó de un sitio a otro, del deseo a la negación; alcanzando un ningún sitio.
De nuevo, su ausencia, era la herramienta sádica para causar angustia; viendo ella que, el tormento que causaba, le daba existencia.
Gozosos sufrimientos acompañaban su vida.
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